El ser humano tiene una tendencia de querer ayudar a los demás. Hay un
instinto que le lleva a ayudar a quienes le rodean. Muchos, es un impulso
inconsciente, y en otros, una vocación consciente que es esto lo que quieren
hacer.
Se prepara y activa su activa su mente para
aplicar, con el tiempo, todo aquello que ha ido aprendiendo a nivel
intelectual, bien a través de una carrera universitaria, bien a través de
cursos y talleres.
Finaliza su formación y empieza a buscar su espacio
dentro de la sociedad más cercana para transmitir todo aquello que se le ha
enseñado. Todo lo retiene en su mente a punto de ser expresado cuando se le
presente la mínima ocasión, siendo a veces, sus amistades, las primeras
prácticas.
La ayuda al necesitado es innata, y ya no me refiero a zonas del mundo, probablemente más necesitadas que la nuestra (España), sino a aquellas personas que están con nosotros en el día a día. Si algún hermano/a no están bien y nosotros vemos que podemos hacer alguna cosa, intervenimos para poner nuestro grano de arena para su restablecimiento del tipo que sea. Puede “funcionar o no”, pero hay algo que nos dice: “Adelante, ahora es una buena oportunidad para aplicar lo que has aprendido y te han enseñado. ¡Adelante!” Según como vemos la situación aplicamos todo lo que hemos retenido de las explicaciones recibidas al respecto.
La ayuda al necesitado es innata, y ya no me refiero a zonas del mundo, probablemente más necesitadas que la nuestra (España), sino a aquellas personas que están con nosotros en el día a día. Si algún hermano/a no están bien y nosotros vemos que podemos hacer alguna cosa, intervenimos para poner nuestro grano de arena para su restablecimiento del tipo que sea. Puede “funcionar o no”, pero hay algo que nos dice: “Adelante, ahora es una buena oportunidad para aplicar lo que has aprendido y te han enseñado. ¡Adelante!” Según como vemos la situación aplicamos todo lo que hemos retenido de las explicaciones recibidas al respecto.
¡Aquí empieza a manifestarse el nuevo
terapeuta!
Cuando conseguimos crear un despacho o encontrar un
lugar, centro, donde podemos hacer nuestras visitas, empezamos a recordar todo
lo aprendido. Según vamos escuchando a aquel que ha venido a nosotros, nuestra
mente empieza a catalogar al individuo que tiene delante y empezamos a ponerle
etiquetas:ӎste tiene esto y esto, y es debido a aquello, por lo tanto, le
tengo que hacer tal cosa o la otra”. ¡Perfecto! ¡Lo tenemos controlado! A tal
síntoma, tal remedio”.
Así actúa el terapeuta estándar, convencional a lo
largo del tiempo hasta nuestro presente. “Me han enseñado que a tal hecho, tal
medicina”.
Con la práctica, se va dando cuenta que no siempre es tal cual y que, cada vez más, aquello que le transmitieron, no siempre se corresponde con todas las personas que le vienen. Es entonces cuando intenta sacar sus propis conclusiones y no las de nuestros maestros. Su mente va a cien y profundiza en otras direcciones para llegar a un bienestar. Busca entre su mente una salida a la situación, pero se da cuenta que ésta es limitada y que no siempre le da otras opciones.
Con la práctica, se va dando cuenta que no siempre es tal cual y que, cada vez más, aquello que le transmitieron, no siempre se corresponde con todas las personas que le vienen. Es entonces cuando intenta sacar sus propis conclusiones y no las de nuestros maestros. Su mente va a cien y profundiza en otras direcciones para llegar a un bienestar. Busca entre su mente una salida a la situación, pero se da cuenta que ésta es limitada y que no siempre le da otras opciones.
Un terapeuta es aquel que ayuda a alguien. Es un
ser que hace terapias, procesos para volver a equilibrar a la persona que se
encuentra ante él. Con el tiempo apareció el concepto “holístico”, y
algunos de estos seres con vocación de ayudar a los demás, empezaron a denominarse
“terapeutas holísticos”, o “psicoterapeutas holísticos”. De alguna manera, yo
también empecé así, con esta etiqueta.
Quienes venían a mí, salían diferentes y animados para continuar sus vidas. La mayoría volvían a sus hogares cambiados, siendo otro/a en relación a como me empezaron a venir. Todo iba bien.
Quienes venían a mí, salían diferentes y animados para continuar sus vidas. La mayoría volvían a sus hogares cambiados, siendo otro/a en relación a como me empezaron a venir. Todo iba bien.
Con el tiempo cambié. Alguna cosa en mí me hizo
cambiar.
Muchas veces, por no decir la mayoría de las
terapias convencionales: psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas y toda una
legión de “ayudantes a través de la parafernalia existente” se basan en el
pasado de quien le llega a su consulta. Se trabaja lo que le pasó, volviendo a
su pasado, y a menudo más ancestro, para encontrar la raíz de sus bloqueos
actuales. Se insiste una y otra vez con lo que fue: hablar sobre su vida y los
momentos más penosos, regresiones,…Al dedicarle tiempo le damos más fuerza y
poder, potenciando la energía bloqueadora del individuo. Cuando actuamos así,
lo que estamos haciendo, es insistir en aquello que no fue positivo, y potenciar
sus aspectos emocionales más limitadores y dolorosos. Los tiempos están
cambiando, pero todo y así, todavía se hace demasiada referencia en tener
presento lo que fue y no lo que es. Desgraciadamente, todavía se supedita al
ser humano a un equilibrio basado en la dependencia a un elemento externo a él:
cápsulas, pastillas, gemas, amuletos, mandalas, esencias florales y toda una
serie de recursos para hacer que la persona vuelva a “estar bien”. No se le
enseña a ser ella, sino a depender.
Puede ser un terapeuta aquel que consigue que la
persona que sigue una terapia de su manera de actuar restablezca su equilibrio
emocional, mental y físico. ¡Sí, éste está considerado un buen terapeuta!.
Permitirme que os diga, que cuando hacemos servir
la mente racional, el pasado y los elementos externos como norma continuada de
tratamiento para ayudar a alguien, lo que le estamos diciendo es:
- Tú eres incapaz de valerte por
ti mismo. Tu pasado puede contigo y es él quien te domina. Es necesario sufrir
mucho para liberarnos de él. Tú solo/a no puedes, lo siento. Eres un ser
limitado y yo soy quien te puede ayudar. Necesitas a alguien como yo para poder
ser tú. Yo sí que puedo, y tú no, por ti mismo/a.
¿Qué es un sanador? Pues todo lo contrario que la
persona que quiere ayudar y se basa en su raciocinio y conocimientos de libros,
conocimientos racionales.
Un sanador no actúa desde la mente para ayudar a
alguien.
Un sanador no tiene presente el pasado de quien le
viene a él. Lo conoce pero no insiste en él. La actitud de indiferencia hacia
lo que fue, lo devalúa. No se recrea con lo que le pasó al “paciente”, sino que
se basa en el presente, con lo que se puede hacer a partir de ahora.
Un terapeuta controla la sesión en todo momento.
Quiere tenerlo todo controlado y dirigir la visita.
Un terapeuta quiere llegar a unos resultados.
Un sanador no se responsabiliza de los resultados,
porque éstos no dependen de él.
Un sanador es alguien que permite que Dios se
manifieste a través de él, ayudando a activar la divinidad del otro.
Un terapeuta ve a sus pacientes como alguien que
necesita ayuda.
Un sanador ve a los que vienen a él como seres
completos, no recordando quienes son, que se han olvidado quienes son, pero que
son Dios como él. Seres perfectos.
Dos energías diferentes. Dos resultados diferentes.
Un sanador no controla en absoluto la sesión,
porque actúa desde el corazón y es guiado por su divinidad, por aquellos que le
acompañan del mundo de la Luz.
Un sanador no dice qué ha de hacer un “paciente”,
sino que le comenta la situación que se encuentra y le explica todo lo que ha
recibido de él según sus energías. Transmite los consejos, adecuados, recibidos
por quienes le acompañan. Todo y así, a veces ni esto, porque sencillamente,
cuando acaba la sesión ya se encuentra mejor o bien.
Un sanador no controla, no quiere obtener unos
resultados, y me gustaría que se entendieran estas palabras, porque no él quien
sana, sino que toda sanación es debida a una intervención divina. No depende de
él. Aquel que nos llega ante nosotros tiene una parte importante en el proceso
de sanación.
Un sanador vive el presente, el ahora y aquí.
El terapeuta tiene en cuenta un proceso lineal
pensando en posibles nuevas visitas con él.
Un sanador no sabe como finalizará la que está
realizando ahora. Mi propia experiencia me ha hecho ver, que a veces con una de
sola ya es suficiente.
El terapeuta tiene tendencia a poner un mínimo de
sesiones según lo que “tenga el paciente”.
El sanador solo tiene presente la sesión del día y
tiene la certeza que la persona puede valerse por sí mismo y no necesita que
vaya a él.
Un sanador no teme por lo que pueda pasar en
relación a su eficacia, porque no es él quien obra.
El terapeuta tiene en cuenta constantemente su
reputación porque quiere conseguir unos resultados.
¡Hay tanta diferencia entre la mayoría de las
terapias actuales y las sesiones de sanación!
Hay mucha distancia entre los terapeutas de las
viejas energías y los verdaderos terapeutas actuales (sanadores de los nuevos
tiempos).
Por lo que he podido constatar, los resultados son
mucho más notables en las sesiones de un sanador, que en las visitas de un
terapeuta.
Las terapias crean a menudo dependencia, y a veces,
insatisfacción con el tiempo.
Las sesiones de sanación crean liberación, paz,
desbloqueo y un equilibrio restablecido para poder recordar quienes somos
realmente y poder dar pasos hacia nuestra divinidad. Estas sesiones abren
puertas del recordar quiénes somos y saber qué hacer por nosotros mismos a
partir de ahora. Te ayudan a conectar con tu verdadera esencia.
La sanación puede abrir las puertas de un despertar
de la consciencia.
Las terapias convencionales mantienen el estatus de
incapacidad por parte del ser humano.
Es hora de dejar de tener tan presente el pasado de
uno y centrarnos más en su presente.
Es hora de dejar que cada uno se responsabilice de
su vida y despierta al sanador y al maestro que hay dentro de él.
Para poder ayudar a los demás, primero se debería
de ayudar uno mismo.
Es sanador aquél quien se ha sanado antes él,
entonces, sabrá qué necesita aquel ser que se encuentra ante él.
Ser terapeuta es ser una herramienta para
manifestar el contenido de su mente.
Los sanadores son canales de su divinidad,
dejándose llevar por su corazón.
Cuando más seamos nosotros, y recordemos quienes
somos, más sanadores seremos, y dejaremos la etiqueta de “terapeuta” según unos
contenidos, unas técnicas aprendidas.
Somos
mucho más de lo que nos han hecho creer
No hay comentarios:
Publicar un comentario