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jueves, 22 de noviembre de 2012

SER FALSO


El ser falso tiene muchos aspectos y cualidades que podrás reconocer, sin duda. A continuación aparece una lista de los más familiares; estoy seguro que se te podrían ocurrir otros:
Auto-engaño
Ansiedad/preocupación
Juicios
Fingimiento
Ira
Miedo
Necesidad de controlar
La “necesidad de controlar” es probablemente la característica más prominente del ser falso. Es a partir de esa necesidad de la cual surgen muchas otras características. A menudo la necesidad de controlar se hace cargo de nuestra vida, lo cual es irónico considerando que, en realidad, tenemos muy poco control sobre lo que sucede en el mundo que nos rodea. Es por eso que el camino del control es insubstancial, y nos lleva inevitablemente a la frustración y a la desilusión.
La necesidad de control del ser falso nos lleva a la búsqueda del poder a partir de fuentes externas. Tenemos que buscar afuera algo que nos haga sentir bien. Estamos constantemente buscando ese acontecimiento, esa señal de aprobación, ese reconocimiento que nos hará sentir más seguros. Esta búsqueda constante de aprobación es evidencia de la insaciable necesidad de reconocimiento del ser falso, cualquiera sean los métodos para lograrlo, aún los negativos.

Al ser falso se lo conoce por otros nombres: personalidad o ego. Algunos aspectos son heredados; otros se desarrollan a través de nuestras experiencias con la familia, los amigos, la cultura en la cual vivimos, nuestra educación y las creencias religiosas con las cuales nos criamos.
Aunque algunos aspectos de la personalidad pueden cambiar a través de la vida, el ser falso tiende a congelarse y permanecer rígido, lleno de arrepentimiento y resentimiento relacionados con oportunidades pasadas por alto. Aún cuando el ser falso es capaz de abandonar su carril, en general no hace más que saltar a otro. Un nuevo matrimonio puede repetir los modelos que provocaron el final del anterior. Dejar de fumar a menudo lleva a comer en exceso. ¿Hay forma de salir del carril? Sí, pero no a través del ser falso.
Cuando vivimos en el ser falso nuestra vida es estrecha, confinada y repetitiva, aunque tal vez nos lleve años ver surgir el modelo de comportamiento. La vida es tan diversa y tan inclinada a las distracciones que continuamente nos ofrece “sólo una cosa más” que promete satisfacernos.
Otra característica notable del ser falso es su tendencia a juzgar. Aunque nos cueste admitirlo, juzgar a otros nos hace sentir bien, por lo menos a corto plazo. Nos da, por un instante, una sensación de superioridad y fuerza.
También usamos los juicios para disminuirnos. Tal vez pasemos una cantidad de tiempo innecesaria comparándonos con los demás y encontremos que ellos tienen cosas (o cualidades) que nosotros no tenemos, y nos criticamos. Tal vez nos digamos que necesitamos mejorar, lo que suena como una buena intención pero que es, en realidad, una forma sutil de auto-juicio. Es posible que
Al mismo tiempo que queremos saber quiénes somos y que somos un Alma, podemos quedar fácilmente atrapados en el drama del diario vivir.
Nos apegamos a nuestros errores y fracasos, en lugar de aprender a tener la experiencia de éxito que supere nuestros sueños más atrevidos.
Una clave para la expansión, para abrir el espacio interno sagrado, es la imaginación divina.
Visualiza lo mejor de ti — la alegría y la amorosidad fluyendo adentro y afuera tuyo — y mantén esa visión. A medida que mantengas esa visión, se transformará en una realidad, porque es quien eres realmente. seas perfecto tal y como eres. En lugar de sentirte inadecuado cuando ves que alguien tiene más éxito mundano que tú, pregúntate por qué no puedes aceptarte como eres.
A menudo, en lugar de aceptarnos como somos, nos juzgamos y deseamos cambiar. De eso se trata toda la propaganda: De que cambiemos. Si miras la televisión durante días, es imposible que dejes de notar los avisos de la industria farmacéutica. Aún cuando no estés pasando por una condición médica determinada, basta ver uno de esos comerciales para imaginarte que estás sufriendo de esa enfermedad.
Digamos que estás viendo un episodio antiguo de Seinfeld ydurante los comerciales pasan uno que pregunta: “¿Alguna vez se ha sentido ansioso?” Y te das cuenta de que estás afirmando con la cabeza. “¿Tiene un deseo irreprimible de ir de compras?” A esta altura ya tienes la cabeza enterrada entre las manos, diciendo: “Ay, sí, ese soy yo. Soy un desastre.”
El aviso continúa diciéndote que padeces de psicodislexiafobia. Lo que tienes que hacer es pedirle a tu médico que te recete Cualquiercosa. El presentador enumera, muy rápido, los efectos secundarios de la droga: Dolor de cabeza, boca seca, dolores musculares, diarrea severa… e ¡impotencia! Si todavía no has apagado el televisor, piensas: “Y bueno, vale la pena lo que sea con tal de no volver a tener ese problema.”
Las curas instantáneas son muy tentadoras: La vida actual es tan ocupada y compleja que hacemos cualquier cosa con tal de resolver nuestros problemas tan rápido como sea posible. Pero yo lo veo diferente. La vida no es un problema que necesitamos solucionar. Es un viaje hacia el despert a r, y ese viaje no es una carrera. Puedes corre r, caminar o gatear hacia la iluminación; tú decides el ritmo. Pero tratar de cambiar el ser falso mediante el juicio es una condena al fracaso, porque el juicio es producto del ser falso.
No harías más que recorrer el mismo círculo una y otra vez. Como indicó Einstein, no puedes resolver un problema con la misma conciencia que lo causó. El ser falso nos seduce para que pensemos que uno puede deshacerse de su propia negatividad. Por ejemplo, podemos juzgarnos por comer en exceso o gastar de más, y luego nos enojamos con nosotros mismos para así eliminar nuestros defectos (porque así es como percibimos lo que hacemos).
Pero continuamos comiendo en exceso y gastando más de lo que podemos. Este es el dilema humano: Aún cuando deseamos librarnos de un comportamiento auto-destructivo, no lo hacemos; solamente cambiamos un modelo del ser falso por otro.
El poeta místico hindú del siglo XV, Kabir, expresó esta paradoja de una forma maravillosa:
Renuncié a mis ropas formales y usé una bata,
pero un día noté que la tela estaba bien tejida.
Entonces compré un poco de arpillera, pero aún
la llevo elegantemente arrojada sobre mi hombro izquierdo.
Retraje mis deseos sexuales,
y ahora descubro que a menudo estoy enojado.
Renuncié a la ira y ahora noto
que me siento codicioso todo el día.
Trabajé mucho para disolver la codicia,
y ahora me siento orgulloso de mí mismo.

Te estoy pidiendo que vayas al lugar que responde cuando sostienes a un niño, al lugar que despierta cuando ayudas a alguien por el sólo placer de hacerlo.
Conéctate con la energía sagrada que se vitaliza cuando expresas tu amor.
El comportamiento del ser falso nos puede mantener ocupados durante toda una vida, mientras nada cambia en realidad. No es necesario cambiar nada. Pero tal vez sea conveniente que cambiemos nuestra perspectiva, nuestro punto de vista sobre la vida. El ser falso funciona en el nivel de la personalidad, del ego.
En este nivel nos identificamos con cómo se nos ve, qué hacemos, cuánto dinero tenemos.
¿Pero qué pasaría si cambiáramos nuestra perspectiva? En lugar de vernos como seres humanos estresados tratando con ansias de alcanzar la iluminación, o algún tipo de experiencia espiritual, ¿qué pasaría si nos diéramos cuenta de que somos seres espirituales que estamos atravesando una experiencia humana?
Ese ser espiritual es el ser verdadero.

Del Libro ¿Cómo se siente Ser Tú?  de  John Roger

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