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jueves, 15 de noviembre de 2012

LA GRACIA


LA GRACIA
Ver un mundo en un grano de arena,
y un cielo en una flor silvestre,
aprender el infinito en la palma de la mano,
y la eternidad en una hora.                 
                                William Blake
                               
              A pesar de que es difícil captar plenamente su naturaleza un una definición, la gracia es algo inconfundible cuando se experimenta. La gracia es un estado y una oración, una energía que fluye entre dos seres. La gracia es gratis, es un regalo, un don. En teología, la gracia se define como la asistencia divina inmerecida, aquella que se nos da para ayudarnos a regenerar nuestro espíritu y nuestra vida: una virtud que proviene de Dios. El concepto de gracia existe en todo el mundo. En la historia secular, los reyes, como representantes del poder divino en la tierra, otorgan la misericordia y el perdón, o la gracia, a sus súbditos. En la mitología griega, las Tres Gracias eran tres diosas hermanas, hijas de Zeus, que otorgaban la dicha, el encanto y la belleza a los mortales. Los humanos tenemos la bendición de poder ser generadores y receptores de gracia.
                La gracia me ha fascinado desde que vi las películasHistoria de una monja, con Audrey Hepburn, y La novicia rebelde, con Julie Andrews, cuando se reestrenaron en los años sesenta. Ambas tratan sobre jóvenes novicias que experimentan un fuerte conflicto interno sobre su verdadera vocación y se cuestionan si están llamadas a llevar una vida monacal. En ambos casos la madre superiora, que dirige la comunidad de monjas, instruye a las jóvenes para que «oren para que les llegue la gracia», la cual les mostrará qué es lo que deben hacer con sus vidas. Con sólo doce años, me llamó mucho la atención aquella directriz de orar por la gracia. Me preguntaba: «¿Y cómo sabrá ella cuándo le llega la gracia? ¿Cómo se experimenta la gracia?» Curiosamente, las dos jóvenes acaban por abandonar el convento a consecuencia de sus plegarias, pero el mensaje con el que yo me quedé fue que la gracia y la guía siempre llegan al final a aquellos que lo piden. Y no se trata de algo limitado a la religión o a las monjas, sino que llega a otras mujeres y hombres de todas las edades, a padres y a profesionales, y a aquellas personas que han perdido el norte y quieren encontrar su camino, como atestiguan las tradiciones espirituales de todo el mundo.
               La fuerza vital simplemente es. Es una energía neutra, no dirigida, que rodea y sustenta la vitalidad de todos los seres. Sin embargo, la gracia tiene una naturaleza espiritual. Es energía infundida de una fuerza superior a la nuestra, una intención divina. Cuando llega —generalmente sin previo aviso sin ser pedida, «como si surgiera de la nada»— te llena de una conciencia luminosa que es diferente de la conciencia de cada día, hace que te sientas vivo y provisto de una gran claridad de visión, una gran determinación y fuerza para actuar. La gracia también es la fuerza organizativa que subyace a las incidencias, o experiencias sincrónicas que salpican nuestras vidas y que algunos consideran fruto de la casualidad pero que, sin lugar a dudas, no son aleatorias.
                La gracia ilumina nuestro camino al guiarnos por medio de la intuición, e influir en las elecciones que hacemos. Cuando nos abandonan a nuestra propia suerte, solemos elegir hacer aquellas cosas que reflejan nuestro lado oscuro —los miedos e incertidumbres sobre nuestra capacidad para sobrevivir en el mundo físico—. De todos modos, siempre tenemos unaconciencia, una sensación o un instinto visceral sobre que deberíamos pensar, decir o hacer.
Cuando decimos «No sé qué hacer», raramente decimos la verdad. Lo más probable es que no queramos hacer lo que estamos viendo que deberíamos hacer, pero, en nuestro fuero interno, somos demasiado intuitivos para contentarnos con una excusa. No podemos no ser intuitivos. La energía de la gracia es una voz interior que rara vez podemos interpretar erróneamente o silenciar. Es una fuerza que obra mano a mano con la intuición para guiar nuestras acciones en la dirección adecuada, la dirección que hará más bien.

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